El VIII FOSPA  tuvo particularidades muy importantes y cambios sustantivos al formato de sus anteriores ediciones.  Desde nuevas iniciativas y metodologías que aportaron al debate y generaron fluidez y discusión durante las jornadas de trabajo, hasta la organización de los diversos talleres autogestionados.

Fue un espacio de encuentro entre jóvenes, comunidades indígenas, científicos sociales, comunidades campesinas, feministas. En medio de más de 1500 personas, ahí estábamos las mujeres desarrollando nuestras propias estrategias para ser escuchadas, para ser parte de las decisiones finales y para tener consensos con los varones de los diferentes movimientos presentes, frente a temas tan importantes como el cuerpo, el territorio y los bienes de la naturaleza.  

Fueron cinco días intensos de intercambio de saberes y conocimientos, de encuentros y diálogos, cuchicheos entre mujeres y sus diversas culturas. Definitivamente el VIII FOSPA (1) se convirtió en un espacio de reconocimientos de la rica diversidad existente en los nueve países de la cuenca amazónica y donde las mujeres nos afirmamos con voces propias

Resultó estratégico el trabajo previo de las peruanas a través del Grupo Impulsor Mujeres y Cambio Climático (GIMCC) en alianza con la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP),  Centro Flora Tristán, DEMUS y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, y a nivel latinoamericano con la  Articulación Feminista Marcosur (AFM). Este trabajo en alianza contribuyó a la construcción de una agenda, a debatir nuestras demandas en espacios mixtos como el resto de comisiones de debate, y a mirar junto con las mujeres de la Panamazonía la similitud en los problemas que nos aquejan a las mujeres campesinas, indígenas, feministas, urbanas, negras, criollas, lesbianas, jóvenes. Esta perspectiva conjunta nos permitió encontrar puntos de convergencia y cerrar filas en nuestra disputa por el derecho a visibilizar nuestras demandas y priorizarlas en los documentos del VIII FOSPA.

Durante tres días debatimos a profundidad. Primero en un taller con lideresas de las diferentes regiones del Perú e invitadas internacionales para consensuar la agenda política de las mujeres; y luego en el Espacio  de Diálogo y Debate de Mujeres Amazónicas y Andinas (2). Además, y como un hecho histórico, contamos con el Tribunal Justicia y Defensa de los Derechos de las Mujeres. Desde estos espacios se posicionaron y colocaron los temas prioritarios de las mujeres de los diferentes países asistentes al VIII FOSPA.

El debate y la discusión de las mujeres, desde su amplia diversidad, arribó a conclusiones contundentes:

Debemos evidenciar que los fundamentalismos religiosos están incidiendo en operadores del Poder Legislativo en nuestros países, generando retrocesos en los avances de los derechos humanos de las mujeres, ante lo cual es necesario que los Estados afirmen la laicidad en la gestión pública.

Vivimos resistiendo diariamente al capitalismo, al patriarcado, al colonialismo a la vez que aportamos y construimos formas de vida desde nuestras experiencias y vivencia para transformar y tejer otros modos de resistencia y organización política.

La violencia contra las mujeres se expresa de múltiples formas tanto en la comunidad como fuera de ella: la violencia física y sexual, la falta de servicios de educación y salud, la restricción a la participación de las mujeres en la toma de decisiones, el racimo y la discriminación.

La tierra y nuestros cuerpos están en disputa permanente, en este sistema capitalista se pretende el control de los territorios para su explotación y de nuestros cuerpos para su sujeción. 

Para nosotras el territorio es todo, es integral, y no sólo lo que está en la superficie. Esta noción debe formar parte de la construcción de paradigmas y para ello necesitamos garantizar políticas públicas diferenciales de promoción del uso, acceso y control de los bienes de la naturaleza así como la toma de decisiones en la gestión del territorio.

La violencia y la explotación a la naturaleza y a las mujeres tienen las mismas causas, un modelo que da la espalda a todo lo que sostiene la vida. Nuestra apuesta es vivir reconociendo los límites de la naturaleza, en busca de una nueva forma de relacionarnos con ella.

La economía del cuidado es una actividad que acentúa el sistema capitalista y patriarcal, que ignora el valor del trabajo que realizamos en nuestros hogares. Es necesario reconocer que la sostenibilidad de la vida recae totalmente en las mujeres y que hacemos un significativo aporte al PBI de nuestros países que debe ser reconocido por los Estados. 

Las mujeres sembramos, cosechamos y somos poseedoras de una sabiduría que las mujeres indígenas y amazónicas transmiten de generación en generación haciendo posible la preservación de bosques, agua, semillas y otros bienes de la naturaleza fundamentales para la sostenibilidad de la vida y la cultura.

En ese punto, los consensos de las mujeres panamazónicas y andinas fueron:

Este vínculo con la naturaleza y sus bienes es indispensable para la vida. Las mujeres somos partes de ella y necesitamos la soberanía del territorio para sustentar la vida. Nuestros saberes ancestrales son a partir de ese vínculo, somos parte de la naturaleza y buscamos sostener los bienes que ella contiene.

Nuestra defensa de los bienes de la naturaleza nos coloca en el debate de la necesidad de cuestionar el capitalismo así como el modelo que se nos impone, porque interfieren en la vida de las mujeres. 

Nos preocupa la pérdida de la identidad indígena, el retroceso de los derechos humanos de las mujeres y rechazamos la denominada ideología de género por la influencia fundamentalista religiosa que atenta contra nuestras identidades y cultura y pretende someternos a sus creencias particulares. A las mujeres nos toca resistir de manera conjunta ante los ataques de legisladores/as, representantes de las iglesias y de las transnacionales, que se unen para arremeter contra nuestros derechos y los que corresponden a la naturaleza, y para atacar a las mujeres defensoras.

COMO UN RÍO QUE NOS UNE: AMAZONÍAS SIN FRONTERAS

Las mujeres demandaron al comité organizador del VIII FOSPA contribuir a visibilizar las barreras de la demarcación política/territorial que nos divide y unirnos colocando al centro los intereses de la naturaleza para garantizar la sostenibilidad de la vida.

Señalaron que de forma permanente cuidamos nuestro cuerpo y el cuerpo de todos y todas, cuidamos la vida y la naturaleza, y que es fundamental su acción conjunta, con respeto a las diferencias, a través de sus saberes y experiencias en todas las regiones. 

Concluyeron en que la lucha de las mujeres es permanente y que esta debe ser regional contra el imperialismo y sus diferentes manifestaciones.

Haciendo visible lo que no se quiere ver

¿Por qué el Tribunal Justicia y Defensa de los Derechos de las Mujeres Panamazónicas y Andinas? Porque queremos evidenciar las diferentes formas de violencia que afectan nuestras vidas, nuestros cuerpos y territorios. Y sacar de la invisibilidad el hecho que se produce de manera orquestada en cualquier parte de los territorios de la panamazonia. 

Se presentaron cuatro casos emblemáticos correspondientes a Brasil, Chile, Ecuador y Perú, que tuvo dos. Estas son historias emblemáticas de mujeres que se han convertido en el icono de las luchas por el derecho al cuerpo y el territorio en la región.

Es el caso de Bertha Cáceres de la organización COPHIN (Honduras), asesinada por defender los territorios del pueblo indígena lenca. Y de Máxima Acuña de Cajamarca (Perú), defensora del derecho al agua en su territorio.   Las juezas Rita Segato, Gladys Acosta, Lilian Celiberti y Teresita Antazú, presentaron un amplio veredicto donde se destaca lo siguiente: 

1.Que los Estados de Brasil, Chile, Ecuador, Honduras y Perú analizados en esta instancia no cumplen las obligaciones asumidas en: El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. El Pacto Internacional de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales. La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. La Convención sobre los Derechos del Niño. La Convención contra la Tortura, los Tratos Crueles Inhumanos y Degradantes. El Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas al no garantizar la consulta previa e informada, la cual es una garantía para que los individuos y los pueblos indígenas del cual son parte puedan desarrollar sus proyectos de vida. También incumplen; la Convención Americana de Derechos Humanos. La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Y la declaración de la ONU sobre el Derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos. (Declaración sobre los defensores de derechos humanos). 

2.Que los Estados, al promover el desarrollo de megaproyectos extractivistas, afectan los bienes comunes esenciales para la vida humana y las formas de sociabilidad de los pueblos expulsados de sus territorios.

3.Que las políticas económicas de extracción de riquezas del subsuelo y de “modernización de infraestructura” ignoran las realidades de los pueblos originarios y sus proyectos históricos dirigidos a otros conceptos de bienestar y les imponen legislaciones nocivas que vulneran sus derechos ancestrales y sus cosmovisiones.

4.Que la participación de las poblaciones afectadas en los territorios concesionados y de las mujeres en particular, no está siendo respetada por los Estados lo que va en detrimento de la calidad democrática. 

5. Que el funcionamiento estatal carece de un ordenamiento territorial y ambiental consensuado con los pueblos indígenas originarios. 

6.Que las ventajas otorgadas por los Estados a los inversores nacionales y extranjeros, alimentan los conflictos socio ambientales al no considerar las graves consecuencias de sus emprendimientos en la vida de las mujeres y sus familias.

Denisse Chávez 
Integrante del Grupo Impulsor Mujeres y Cambio Climático

► Puedes conocer el veredicto del Tribunal Justicia y Defensa de los Derechos de las Mujeres Panamazónicas y Andinas aquí

(1) El Foro Social Panamazónico (FOSPA) es un espacio que agrupa a los movimientos sociales, organizaciones, colectivos y personas que luchan por una globalización alternativa basada en la justicia social y  ambiental. Su primera edición fue el año 2011. Busca aglutinar a pueblos, poblaciones mujeres y hombres en su amplia diversidad, en la defensa de la Amazonía, región de seis millones de kms del centro y norte de Suramérica, donde viven ancestralmente decenas de pueblos originarios y donde nueve países comparten fronteras y culturas.

(2) Los diferentes ejes temáticos del VIII FOSPA se reflejaron en los llamados Espacios de Diálogo y Debate.

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